“La comunidad conyugal está establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales.”[1]

INTRODUCCIÓN

Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva ».[2]

OBJETIVO

Al finalizar el tema las parejas deberán identificar:

1) La primera comunidad natural.

2) La tarea y responsabilidad de la familia como comunidad.

3) Como invocar el nombre de Dios, para vivir como parte de su familia.

DESARROLLO

a) De acuerdo a las sesiones los objetivos se alcanzarán, como sigue:

Sesión 1  objetivos del 1 al 3

 

b) Las citas bíblicas para la sesión son:

Sesión 1  Ef. 5, 1-2.



[1] Catecismo de la Iglesia Católica 2201

[2] EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM DEL SANTO PADRE FRANCISCO, SOBRE EL ANUNCIO DEL EVANGELIO EN EL MUNDO ACTUAL, numero 11.





INICIO

2.1.1. La primera comunidad.

Todos nosotros tendemos a unimos de distintas maneras y en diversos grupos, según algún objetivo o interés: El deporte nos lleva a encontramos con alguien para formar un equipo; los intereses políticos nos unen a un partido; y así las asociaciones y todos los grupos en que nos movemos.

Pero la primera comunidad es natural. Está compuesta por padres e hijos y parientes que comparten la vida.

La familia es la primera comunidad donde el hombre nace, convive, crece, se comunica, se educa en valores, aprende a ser persona y a realizarse.

La familia es la primera comunidad natural que responde a las necesidades de relación y comunicación que están en la naturaleza del hombre, porque ayuda a que éste viva en un ambiente propicio para la relación desde su nacimiento.

 



ILUMINACION

2.1.2. La comunidad familiar.

Toda la familia tiene una tarea y una responsabilidad muy importante y es educar a cada uno de sus miembros para saber vivir y para saber amar.

Para lograr esto, Dios quiso hacerla una comunidad, es decir un pequeño grupo de personas que pueden comunicarse, conocerse, tratarse, apreciarse y colaborar unos con otros, de manera que así se vayan abriendo paso en la vida y sepan cómo apreciar a todas las personas y amarlas. 


Al experimentar el amor de los demás, el hombre empieza también a experimentar el amor de Dios en la familia. Al aprender a servir entre los miembros de su familia, se abre la persona a los demás. También aprendemos todos, en esa pequeña comunidad familiar, cómo tratar a los demás, cómo relacionamos con todo. Cómo ser buen hijo, buen hermano, buen padre o madre, buen esposo o esposa. (Ef. 5, 1-2)

2.1.3. El llamado de Dios a la familia.

El Santo Padre nos dice:

La grandeza y la responsabilidad de la familia está en ser la primera comunidad de vida y amor; el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios”.[1] 

El documento de nuestros obispos en Puebla dice:

"La familia cristiana cultiva el espíritu de amor y de servicio. Cuatro relaciones fundamentales de la persona encuentran su pleno desarrollo en la vida de la familia: paternidad, filiación, hermandad, nupcialidad". [2]




[1] Mensaje de San Juan hablo II en su Encuentro  con las Familias en Chihuahua Segunda visita pastoral a México, mayo 1990

SDocumento de Puebla num. 583.



2.1.4. Liturgia familiar.

MONICIÓN

Nosotros somos una familia humana, pero, desde el bautizo, también somos la familia de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando invocamos el nombre de Dios, estamos diciendo que querernos vivir corno parte de su familia, puesto que de hecho lo somos. Para significar esta realidad, los cristianos tenemos la señal de la cruz, la cual, cada vez que la hacemos, invocarnos a la Santísima Trinidad. 

Por esto, al hacerla, conviene que tengamos en cuenta la siguiente recomendación:

"Cuando hagas la señal de la cruz, hazla bien hecha, no de prisa ni deforme: una verdadera cruz pausada, amplia, de la frente al pecho, del hombro izquierdo al derecho.

Verás que te envuelve en cuerpo y alma, se apodera de ti, te consagra, te santifica. Porque es signo de totalidad y signo de redención. En ti queda todo fortalecido, signado y consagrado por virtud de Cristo y en nombre de Dios, uno y trino".[1]



[1] Romano Guardini. Teólogo católico alemán. De inspiración agustiniana. Entre sus muchas obras, cabe recordar “El espíritu de la liturgia”


SANTIGUARSE

Consiste en dibujar sobre nuestro cuerpo una cruz. Mientras rezamos:

1 En el nombre del Padre

2 Del Hijo

3 Y del Espíritu

4 Santo



SIGNARSE

Consiste en dibujar tres cruces sobre nuestro cuerpo; sobre la frente, nuestra boca y nuestro pecho.

Mientras rezamos en el mismo sentido como nos santiguamos:

Cruz sobre la frente.-   “ 1 Por - 2 la señal - 3 de la Santa - 4 Cruz”

Cruz sobre la boca.-     “1 de - 2 nuestros - 3 ene - 4migos”

Cruz sobre el pecho.-    “1 líbranos - 2 Señor - 3 Dios - 4 nuestro”

 

 

PERSIGNARSE 

Es la combinación de las dos anteriores.

Primero nos signamos y finalmente nos santiguamos. 

En todos los casos se debe formar una cruz bien definida, con los dedos de la mano derecha.

 



RITO

Siguiendo esta indicación, los miembros de la familia hacen sobre ellos la señal de la cruz, diciendo pausadamente: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

COMPROMISO

Hacer siempre la señal de la cruz sin prisas, pausadamente y con mucha conciencia de las palabras que decimos.

(Se recomienda hacer la señal de la cruz al levantarse, al acostarse, a la hora de las comidas y al pasar cerca de una iglesia o al entrar en ella…)

CONCLUSIÓN

LA NUEVA EVANGELIZACION Y EL DERECHO INVIOLABLE A LA VIDA

"En realidad, si es muy grave e inquietante el fenómeno tan extendido de la eliminación de muchas vidas humanas nacientes o cercanas a su final, no menos nave e inquietante es el apagarse de la sensibilidad moral en las conciencias".

La nueva evangelización, que es una exigencia pastoral fundamental en el mundo actual, no puede prescindir del anuncio del derecho inviolable a la vida, cuyo titular es cada hombre desde su concepción hasta su término natural".[1]

 




[1] De la carta del Santo Padre Juan Pablo II a todos los obispos de la Iglesia sobre la intangibilidad de la vida humana inocente. 19 de mayo de 1991.