“En virtud de su alma y de sus potencias espirituales de entendimiento y de voluntad, el hombre está dotado de libertad, signo eminente de la imagen divina. Mediante su razón, el hombre conoce la voz de Dios que le impulsa a hacer el bien y a evitar el mal. Todo hombre debe seguir esta ley que resuena en la conciencia y que se realiza en el amor de Dios y del prójimo. El ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona humana."[1]

INTRODUCCIÓN

La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primeriado en el amor; y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos.[2]

OBJETIVO

Al finalizar el tema las parejas entenderán de:

1) La calidad de las personas.

2) La verdadera libertad de las personas.

3) El bautizo, verdadera libertad.

 

DESARROLLO

a) De acuerdo a las sesiones los objetivos se alcanzarán, como sigue:

Sesión 7  objetivos del 1 al 3

 

b) Las citas bíblicas del tema.

Sesión 7  Gál. 5, 13-15; 1 Co. 12, 31; 1 Co. 13, 1-8

 

c) Tener preparada agua bendita.



[1] Catecismo de la Iglesia Católica 1705 y 1706

[2] EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM DEL SANTO PADRE FRANCISCO, SOBRE EL ANUNCIO DEL EVANGELIO EN EL MUNDO ACTUAL, numero 24.


 

INICIO

2.7.1. La verdadera libertad.

Es muy frecuente que juzguemos la calidad de las personas por el dinero que tienen, por su apariencia, por la clase social a la que pertenecen o por el trabajo que hacen.

Sin embargo, la verdadera calidad de las personas no tiene nada que ver con todo esto, sino que está en lo que cada uno es, en lo que tiene en su corazón y en la forma como lo expresa. Por ejemplo, la madre Teresa de Calcuta ni tiene un gran carro ni viste a la última moda y, sin embargo, todos decimos al verla ¡Qué gran persona es!

La razón de esto es que una persona como la madre Teresa libremente elige responder a las necesidades de los demás con amor.

Nuestra calidad de personas, depende también de las cosas que elegimos en nuestra vida. Con la libertad con la que fuimos creados por Dios, podemos:

Nosotros tenemos que descubrir cuál de los dos caminos nos hacen más felices y así decidirnos por el que más nos conviene.

Muchas veces pensamos que hacer "lo que me venga en gana" es libertad. Pero si "lo que me viene en gana" (como beber demasiado, drogarme, tener relaciones sexuales ocasionales, etc...), me destruye a mi o destruye a alguien más, eso no puede ser bueno para nosotros, porque aunque de momento pudiera tener la ilusión de felicidad, poco después o a la larga, nos queda un vacío.

También, a lo largo de la vida, nosotros vamos limitando nuestra propia libertad al irnos dejando dominar por presiones externas como son: estar a la moda, hacer lo que hacen los demás para ser bien aceptados, el temor a ser juzgado anticuado o mocho, el querer sobresalir a cualquier precio, estar buscando el aplauso constantemente, entre otras cosas.

Para que esté haciendo uso de la verdadera libertad, yo necesito elegir responsablemente y aceptar las consecuencias de mis actos. De esta forma, si me he equivocado al elegir y esto me hace infeliz, al menos puedo rectificar. Así descubrimos que siempre que elegimos el amor, tendremos la verdadera felicidad.

MIRANDONOS EN FAMILIA



ILUMINACIÓN

2.7.2. Decidirnos por el amor.

Descubriéndonos en la escritura.







2.7.3. Liturgia familiar.

MONICIÓN

Actuar con amor, responsabilidad y libertad es una continua lucha, una continua elección. Vivir el amor, ser responsable y libre es no dejarse manejar, ni dejarse llevar por la corriente. Es entender que cada momento de la vida nos obliga a elegir, a comprometernos, a actuar con nuestra voluntad, con nuestra inteligencia y a encaminarlas hacia metas precisas.

Por el bautismo nosotros entramos a ser parte de la Iglesia de Cristo. Esto nos compromete a ser verdaderamente libres de toda esclavitud, es decir: del pecado, de la amargura, de la maldad, de las presiones del mundo, de la desesperanza, etc.

RITO

(Tener preparada agua bendita)

Nos vamos a acercar a tomar con nuestro dedo el agua para hacer sobre nuestra frente el signo de la cruz.

Mientras nos signamos decimos: por el bautismo, hemos nacido a la vida divina y hemos ingresado en el seno de la Iglesia en donde nos comprometemos a amar y hacer uso de la libertad de los hijos de Dios.

COMPROMISO

Escribir: "Yo, un día de esta semana, libremente quiero para el bien de todos hacer".

(Compartirlo con los demás).

CONCLUSIÓN

Pidiendo que sepamos descubrir siempre la voluntad de Dios, concluyamos con la oración que Jesús nos enseñó: PADRE NUESTRO.