“Observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera del modelo divino. Se trata de una participación, vital y nacida del fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia, y en el amor de nuestro Dios. Sólo el Espíritu que es nuestra Vida puede hacer nuestros los mismos sentimientos que hubo en Cristo Jesús. Así, la unidad del perdón se hace posible, «perdonándonos mutuamente como nos perdonó Dios en Cristo»."[1]

INTRODUCCIÓN

El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora.[2]

OBJETIVO

Al finalizar el tema las parejas comprenderán:

1) La reconciliación, base para la felicidad.

2) El perdón que sana.

3) Qué hacer con las personas heridas.

 

DESARROLLO

a) De acuerdo a las sesiones los objetivos se alcanzarán, como sigue:

Sesión 9  objetivos del 1 al 3

 

b) Citas bíblicas:

Sesión 9  Jn. 21, 15-17; Mt. 5, 21-24; Mt. 18, 21-22

 



[1] Catecismo de la Iglesia Católica 2842

[2] EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM DEL SANTO PADRE FRANCISCO, SOBRE

EL ANUNCIO DEL EVANGELIO EN EL MUNDO ACTUAL, numero 24.


 

INICIO

2.9.1. El perdón.

En la convivencia humana, entre las personas que nos queremos, precisamente porque vivimos en una relación cercana llegamos a ofendernos, a humillarnos, a herirnos, a lastimarnos.

Nos dejamos llevar de la ira y ofendemos, peleamos y provocamos violencia; por-sentirnos más que los demás los humillamos; por ver más sus defectos que sus cualidades, los criticamos y herimos; algunas veces, además, volvemos a lastimar la herida.

En estas condiciones, cuando ha habido una herida, a fin de mantener la unidad y la fuerza de la familia es importante reconciliarse. Reconciliarse es un signo de amor, de generosidad, de madurez y de valentía. Si no nos reconciliamos, no podemos ser felices.

 

 

Reconciliarse es lograr la concordia, lograr que concuerden los corazones, que armonicen.

La reconciliación incluye pedir perdón y perdonar de todo corazón.

No se trata de disculparse, porque la disculpa viene sólo a decir, "no veas mi culpa".

Se trata del PERDÓN, te pido el DON, el regalo de tu amor, porque confío en tu bondad y en que me amas mucho y porque quiero no volver a fallarte.

O bien, te perdono porque te amo y quiero estar cerca de ti para ayudarte a ser mejor y a vivir más feliz.

"EL PERDÓN ES EN LO QUE EL AMOR DEL HOMBRE SE PARECE MAS AL DE DIOS".

Perdonar es una condición necesaria para sanar cualquier herida que haya en la relación. Si no perdono, no sano.

SANAR es dejar la piel como si nunca hubiera habido herida.

 

MIRANDONOS EN FAMILIA


ILUMINACIÓN

Confrontándonos ante la palabra.

2.9.2. El perdón y la Palabra.

A veces escuchamos la Palabra de Dios, pero no le permitirnos que nos transforme y nos cambie.

La Palabra que Dios nos dirige es para llamarnos a responder, a su amor y a vivir en Él. Su Palabra nos da vida, nos sana, nos lleva al perdón.

La palabra nos dice lo importante que es reconciliarnos y perdonarnos.









 

REFLEXIÓN PARA AYUDARNOS EN FAMILIA

2.9.3. El perdón en la familia.

Cuando nosotros ofendemos o herimos a alguien quizás con una crítica, quizás con una burla, quizás simplemente ignorándolo, es como si le quitáramos un pedacito de vida. Es exactamente lo contrario a AMAR.

Las personas heridas causan más heridas, no pueden amar, sólo herir. Todo esto crea un ambiente hostil, agrio, distante, de pleito constante y de división. En este ambiente, lo más fácil es que todos entren en una desesperanza que mata y los lleva a preguntarse: ¿para qué seguir luchando si nada consigo y nos llevamos tan mal? Nos sentimos solos, nos ponemos tristes, malhumorados, negativos, tenemos ganas de irnos lejos, de llorar, de gritar lo que traernos.

La situación llegó a eso por no poner atención a las pequeñas o grandes heridas que hay. Ciertamente se necesita valor para tratar de sanarlas, pero por el resultado vale la pena.

Cuando alguien te diga que ha sido herido por ti, no te defiendas, tal vez tú ni te diste cuenta; lo importante es que esa persona se siente herida. Escúchala y dile que la amas.

Lo mismo cuando tú tienes una herida, dale al otro la oportunidad de amarte y sanarte.

2.9.4. Liturgia familiar.

MONICIÓN

Nuestra celebración hoy es alegría en familia porque vamos a perdonar y a pedir perdón unos a otros.

Con nuestro perdón nos vamos a transformar. Buscamos enterrar toda ofensa y dejar al pasado que se vaya. Necesitamos proceder como Cristo. El olvidó las ofensas de aquellos que querían ser perdonados. No se le quedó ninguna huella del pasado en ningún rincón de su corazón.

Esto significa que aunque nos acordemos de la situación, una vez que ha habido sanación, la herida desaparece, no sentimos ni rencor ni odio ni desdicha en el corazón. Ya no hay dolor.

RITO

Pensemos un momento cómo queremos perdonar y cómo vamos a pedir perdón. En unos momentos de silencio repasemos lo que hemos pensado y escrito al principio de la reunión. Si algo tenemos que complementar, lo complementamos (pausa).

Ahora pidan perdón a cada uno por cualquier ofensa que le hayan causado y también expresen su perdón con un abrazo y haciendo una cruz sobre su frente.

COMPROMISO

 Decir este día frecuentemente "perdónanos como nosotros perdonamos". Dar una atención especial a quienes hemos perdonado este día.

CONCLUSIÓN

Como símbolo de que las ofensas ya no existen, todos pueden poner en una fuente común el papel en que hicieron sus notas y quemarlas.

Con alegría inmensa vamos a gozar el perdón que el Señor nos ha dado. Alabémosle cantando el PADRE NUESTRO.